Le dijo que esa joven era su tía, y que tenía muchos años de haber muerto
)Esta historia me la contó mi abuela que vive en Guanajuato en un pueblito llamado Santa Cruz de Gamboa. Ella dice que hace ya mucho tiempo se enteró de un suceso que a muchos dejó con la boca abierta y con las puertas bien cerradas.
Cuenta que ella tenía como 12 años y que por aquellos tiempos corría el rumor de que había una bruja, que ésta era una joven que salía por las noches y que llamaba la atención por sus hermosos ojos y por sus facciones finas. Y sin embargo, nadie se atrevía a hablarle por ningún motivo. Pasó el tiempo y un día un hombre llegó corriendo a la iglesia del pueblo, llamó al padre y le pidió que por favor saliera a confesar a una joven mujer que estaba a punto de morir, pero antes de que el padre saliera, el hombre le advirtió que la mujer era a la que todos llamaban “bruja”. No importándole esto al padre, fue con ella. Al llegar a su casa, una vecina le hizo entrar rápidamente y el padre pudo notar que era una casa muy antigua y que en ella se sentía un ambiente de tristeza y melancolía. Al llegar a la recamara vio a la joven muy demacrada, y apenas acabó de confesarla, murió.
Al día siguiente, el padre, al buscar su misal, se dio cuenta de que lo había olvidado en la casa de la joven, así que en la tarde decidió pasar por él. Al tocar la puerta salió el dueño de la casa, un anciano que dijo llamarse don Melquíades. El padre le preguntó que si de casualidad no había encontrado su misal, pues lo había olvidado la noche pasada al confesar a aquella alma necesitada. Don Melquíades muy asombrado le dijo al padre que a qué se refería, pues ahí sólo vivía él desde hacía mucho tiempo. El padre incrédulo le pidió que si lo dejaba pasar a ver para cerciorarse, don Melquíades accedió. El siervo de Dios se sorprendió al ver que efectivamente era la casa en la que había estado hacía una noche pero que el mobiliario… era diferente, y por más que buscó no halló su misal. Pero, al pasar por una habitación miró un cuadro antiguo colgado en una pared con el retrato de aquella muchacha de ojos tristes a la que había confesado la noche anterior. Inmediatamente le preguntó a don Melquíades que si él era algo de la joven.
Melquíades le dijo que esa joven era su tía, y que tenía muchos años de haber muerto debido a que ésta salía todas las noches a buscar a su novio que había desaparecido misteriosamente, y que por esta razón había muerto de pulmonía, tan repentinamente, que no había tenido tiempo de confesarse. Ésta es la historia que me contó mi abuela Pera y algunos todavía dicen que por las noches se ve caminar a una hermosa joven buscando algo.
Yordana R., UAMX (Santa Cruz de Gamboa, Guanajuato)